Caleidoscopio

Fragmentos de interior

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2011

El 2011 tiene 11 meses y empieza en febrero.

Si pudiera elegir, mi año tendría varios octubres y varios noviembres. Septiembre sería un mes de unas horas y el día de Reyes duraría una noche de tres días y un día de 6 mañanas. Los días, según se fueran sucediendo, podrían estirarse o encogerse como acordeones y siempre existirían atajos de oca a oca y tiro porque me toca.

El 2010 me trajo una agenda poblada de bichitos que me entretuvieron los días y organizaron las cosas. Pero para el 2011 no he encontrado ningún tablero de juego con casillas para rellenar con mis fechas. ¿Qué hacer? ¡Fabricarlo! Cuaderno, tinta y sellos.

Así que me puse manos a la obra… ayer.

Y por eso este año es de 11 meses. Enero ha cedido su puesto a febrero y sus 28 días son los que encabezan mi agenda.

Mi año tiene cubierta de mapa.
Iré saltando de casilla en casilla como quien gira esquinas de una nueva ciudad, buscando la sorpresa. Y cuando me canse, de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente.

Colcha

Desde que estoy en Roma he comenzado a tejer una colcha. Va creciendo lentamente al tiempo que yo voy cosiendo mis hilos con esta ciudad.
Ya han nacido unas cuantas estrellas, pero todavía faltan muchos nudos para que me cobije bajo este cielo de algodón.

Enfrascados

Por fin han venido a visitarme, los bichitos han llegado en un curioso medio de trasporte…

Rinoceronte

Si ayer recibí un paquete, también envié otro.

Un pequeño rinoceronte de encargo (“something to hang as a Christmas tree ornament“)… ¡¿to hang?!

Con un poco de aprensión le puse esa arandela en el lomo, haciéndome a la idea de que no era más que un piercing indoloro y convenciendo al rinoceronte de que iba a estar muy guapo con su cinta a la espalda, balanceándose entre olor a canela y abeto.

De todo lo que le dije antes de cerrar su maletita, lo que más le reconfortó fue saber que desde las ramas tendría un puesto privilegiado para observar las caras de aquellos que abrirían sus regalos.

Y creo que se quedó contento.

Siempre son difíciles las despedidas…

… por suerte a él aún le queda su bienvenida.

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