¿No sería maravilloso tener un dragoncito como mascota?
Doce momentos del 2014.
El picapinos terminó su casa con la llegada del otoño, había pasado todo el verano tamborileando aquel tronco mientras el sol picaba sus alas.
El día de la inauguración acudieron todos sus vecinos del bosque, algunos todavía molestos por las siestas que no habían dormido al toc toc de su pico.
Ahí están todos, asomados a las ventanas, menos el picapinos, que fue quien tomó la foto.
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Hoy celebro un año más con un deseo de viajes dentro de viajes dentro de viajes… donde crezcan muchas flores.
Hoy terminamos de tejer la primavera para vestirnos de verano.
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Por este barrio he paseado en las últimas semanas pero desde Italia, recordando los paseos de los sábados de hace 25 años de la mano de mi padre camino a mis clases de dibujo. Observando el árbol de mi madre, un almez que se empeña en no quebrarse, tan inmenso que una vez ella y unos amigos quisieron abrazarlo y los brazos no eran suficientes. Y el Retiro, que le ha regalado a mi hermano muchas horas y kilómetros de sombra.
En las últimas semanas he paseado mucho por este barrio y por mi infancia :)
(clic en la imagen para ampliarla)
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Feliz diciembre.
En París hay ventanas contagiosas.
Ventanas que esconden jardines botánicos.
Algunas ventanas tienen cortinas de libros.
Otras adelantan el invierno.
Hay ventanas que marcan las horas.
Ventanas camufladas.
Ventanas custodiadas por esclavos.
Y lucha de ventanas.
En París también hay gnomos de balcón.
París con sabor a macaron.
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