“Aquellos hombres trabajaban para la eternidad…”
“Aquellos hombres trabajaban para la eternidad…”
Y que sigan alargándose…
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Doce momentos del 2014.
Dicen de Stromae que es el nuevo representante de la chanson francesa (curioso porque es belga), lo comparan con Jacques Brel, destacan su estrepitoso éxito en todo el mundo.
A mí me gusta su originalidad. Sus letras hablan de soledad, machismo, enfermedad, maltrato, desamor… podríamos decir que es bastante deprimente, pero sus textos se calzan en acordes electrónicos, música disco, rap y a veces con evocación de ritmos africanos. La mezcla es espectacular. Formidable – fort minable, cancer – quand c’est, Stromae juega con el lenguaje como lo hace con la música que lo envuelve, escribe en claroscuros tanto la forma como el contenido.
Ayer disfrutamos de Stromae en vivo, un espectáculo cuidado al detalle, como no podía ser de otra forma.
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Si decía que me gustaba por su originalidad, este es un ejemplo de ella: un videoclip grabado con cámara oculta.
¡Disfrutad!
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El picapinos terminó su casa con la llegada del otoño, había pasado todo el verano tamborileando aquel tronco mientras el sol picaba sus alas.
El día de la inauguración acudieron todos sus vecinos del bosque, algunos todavía molestos por las siestas que no habían dormido al toc toc de su pico.
Ahí están todos, asomados a las ventanas, menos el picapinos, que fue quien tomó la foto.
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Continuando con el Nueva York cinematográfico, no podía faltar el paseo por Little Italy siguiendo las huellas de Vito Corleone.
Eso sí, las pizzas tenían poco de italianas ;)
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He fotografiado muchas escaleras buscando a Holly y el sonido de su Moon River.
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Siete días en Nueva York, ¡siete días de película!
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Y cuando digo de película es porque la ciudad nos ha ofrecido decorado y escenario donde recrear escenas de los grandes clásicos, con gafas de sol a lo Gary Grant incluidas; porque hemos peregrinado por puentes y tiendas homenajeando a nuestros ídolos de la gran pantalla; y porque el cine nos ha sorprendido en las esquinas regalándonos un rodaje de asesinatos, polis y ambulancias.
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Hemos visto el espejismo de una casa hopperiana.
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Hemos mirado mucho hacia lo alto, pero desde muy muy abajo…
Y también hemos mirado hacia abajo, desde muy muy alto…
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Hemos jugado a la diferencia horaria cada vez que mirábamos la hora… sí pero en España son las…
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¡Y también hemos pasado mucho frío!
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Pero sobre todo, nos hemos vuelto a casa con esta ciudad tatuada en dorado.
Reconozco que últimamente este blog avanza lento como una tortuga, pero como recompensa y justificación diré que desde hace un mes hay otro blog que L. y yo estamos alimentando diariamente. Si os gusta Roma, seguramente disfrutaréis dando un paseo por aquí: http://romedailyphoto.wordpress.com
Ci vediamo!
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Debe de ser la temporada.
Desde que crecieron en mi buzón estas preciosas granadas de la cosecha de Caridad, no he dejado de tropezarme con ese fruto.
Doce fotos para doce meses:
La grafiosis es una enfermedad que afecta a los olmos. A mí me ha estado rondando estos últimos meses y los jardineros han querido sacar unas fotos de mis anillos. En la última imagen descubrieron que todo estaba tranquilo: vieron un gatito dormido y unas flores.
Para el 2014 me pido estar bien regada y cuidada como el olmo del botánico, que este año ha cumplido 110 anillos.
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Hoy han salido hacia su destino varias cartas repletas de Navidad.
En Florencia vive Moby Dick.
Sí, has leído bien: en Florencia vive Moby Dick y lo que contaré ahora explica esta curiosa afirmación.
Hace muchos años Herman Melville pasó una temporada en esta ciudad. Se alojó en lo que entonces era un bellísimo palazzo trasformado en hotel. El Palazzo Bartolini-Salimbeni había pertenecido a una familia de nobles que hicieron grabar en sus ventanas la enigmática frase “per non dormire“. Hay varias teorías acerca del sentido de esta frase, quizá sea el principio del origen de su riqueza, o bien el anhelo de no ser olvidados si interpretamos “dormire” como pasar al olvido…., no se sabe, pero seguramente estas tres palabras inspiraron a Melville cuando escribió:
La vejez siempre es insomne, como si al alargarse el lazo que lo une a la vida, el hombre quisiera alejarse de todo lo que se parece a la muerte. Entre los capitanes de navíos, los ancianos de barba gris suelen dejar sus literas para visitar los puentes envueltos en la noche.
Como el capitán Ahab, fuimos a visitar los puentes y dimos con uno muy viejo, tan viejo como la ballena blanca.
Pero era pronto y per non dormire seguimos el cauce del Arno. Allí, más adelante, surgió por un segundo el lomo de Moby Dick.
Cuando quisimos inmortalizarla ya se había sumergido de nuevo, y en nuestra fotografía solo se distingue el leve reflejo de su pálida piel.
En Florencia vive Moby Dick y Melville lo sabía, pero hizo que su capitán Ahab diese alguna vuelta por los mares porque si no, la gran novela habría sido un cuento breve.
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Hay algo en esta foto que me recuerda a Magritte, a esa serie de cuadros donde se contradicen el día y la noche, L’Empire des lumières.
Roma y sus cielos son también un imperio de luces y la noche en que fue tomada esa foto fue toda algo surrealista.
Comenzó mirando al Palatino, donde nació Roma cuando una loba adoptó a dos pequeños humanos, Rómulo y Remo. Y donde ahora viven árboles que observan la ciudad desde ventanas a cielo abierto. ¡El Palatino es sin duda la más surrealista de las siete colinas de Roma!
La tarde prosiguió en el Aventino, donde una fuente enigmática propiciaba las reflexiones de este perrito metafísico.
Vimos atardecer desde el mirador del Jardín de los naranjos, frente a una impresionante colina que no es una de las siete colinas de Roma, el Gianicolo, donde divisamos la Academia de España, con una de las arquitecturas más surrealistas de Roma: un claustro que en lugar de contener un árbol o un pozo como normalmente sucede, cobija un templo en miniatura crecido de una semilla de piedra plantada hace cinco siglos.
¿Cómo terminó la noche? Pues llegamos a una placita donde Piranesi escondió un regalo. Para descubrirlo hay que asomarse por el ojo de una cerradura. No quiero desvelar la sorpresa, pero como pista diré que el Vaticano no debe de ser tan grande…
Esa noche soñamos embriagados de tanto surrealismo romano.
En Roma un dragón protege las torres y las aguas del Tíber.
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Si queréis ampliar la familia con unos ositos que os prometo que no ocupan mucho espacio, podéis visitar el blog de Carmen (milowcostblog) y leer las instrucciones para participar. ¡Hay otros muchos premios!
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El verano inicia con la primera grattachecca junto al río.
Mientras, en la Isola Tiberina, los estorninos deciden sobre qué rama posarse y las enredaderas se entretienen tapizando Trastevere.
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