Hay mudanzas que se van haciendo poco a poco, dejando cada día objetos que acaban por encontrar su espacio de forma natural. Hay otras que requieren de más preparación y se recuerdan en el calendario. Así fue la nuestra, la de mi gata y mía, cuando un 4 de abril de hace 3 años cogimos un avión para venir a esta ciudad de estratos superpuestos.
Y como estratos se han ido acumulando mis cosas, conquistando un rinconcito en una casa que en sí es un rincón.
En estos tres años, he coleccionado trocitos de Romas que atesoro en mi memoria y en mis fotos, pero esta ciudad, como una inmensa caja de tipógrafo, guarda siempre nuevos huecos que rellenar con otras letras que todavía están por entintar.
Desde su ventana, Kira me mira divertida.
–
Recent Comments