El psiquiatra del tercero, harto de escuchar durante horas las miserias de sus pacientes, se desahogó aquella noche con su discreto amigo. Lo que no supo, es que sus secretos no se irían a la tumba… la noche los trajo también hasta mi ventana.
El psiquiatra del tercero, harto de escuchar durante horas las miserias de sus pacientes, se desahogó aquella noche con su discreto amigo. Lo que no supo, es que sus secretos no se irían a la tumba… la noche los trajo también hasta mi ventana.
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June 16, 2009 at 2:49 am
Pues guarda bien esos secretos, ya sabes;)
Yo a veces los escribo, sirve para quitar lastre cuando el secreto pesa, y si te cuidas bien, nadie lo descubre.
Un beso!
June 16, 2009 at 17:02 pm
sí, sí, yo sé guardar bien los secretos…
por cierto, ¿te he contado lo que me dijo el otro día el vecino del quinto (que no sé si sabrás que ya tiene solucionado lo suyo) sobre la sobrina del carnicero, el que perdió un dedo cortando el cordero de la cena de nochevieja de Juanjo, que, a todo ésto, no sé si sabes que ya se habla con su novia, de la que dicen que bla, bla, bla, bla, blaaaaa….
:p
Besos
June 16, 2009 at 17:36 pm
Eso me recuerda a Susanita…y Mafalda poniendo cara de (ya está esta otra vez con sus chismes). Sonrío
June 18, 2009 at 11:59 am
jajaja! hay una tira en la que el bocadillo de Susanita va creciendo y creciendo hasta que en la última viñeta invade completamente todo el recuadro :)